miércoles, 8 de febrero de 2012

El día más largo




Qué gran película romántica acabo de ver. Paradigma de amor, de sensibilidad, de encanto, de poesía, de todo un montón de palabras bonitas. Antes del amanecer; ya un poco ves el título y te esperas que vas a ver algo, a falta de otra palabra, bonito. 
   La cuestión es si eso te basta. Si puedes llegar a quedarte extasiado viendo a dos tortolitos hablando, hablando, hablando, hablando, hablando, hablando y hablando (y me quedan algunos más), y besándose de vez en cuando, pues ésta es tu película. Si te basta con eso a lo largo de una hora y media bastante larga, no esperes para verla. La película de Richard Linklater te entusiasmará, la coronarás sin empacho como la mejor película romántica que has visto, y se la recomendarás a todo el mundo. 
   Pareciera que hablo con desprecio de la película, y probablemente así sea, pero tampoco es que no haya disfrutado viéndola. Mi problema con ella deriva enteramente de su formato, del que yo era plenamente consciente antes de verla pero, bueno, eh, que igual me sorprende. Culpa mía. Dos personas hablando sin parar mientras pasean por Viena. Ése es el argumento. No hay más. No puedes ser sorprendido por nada, ni tampoco desagradado. Sólo te puedes aburrir. Y si no te aburres, simplemente saboreas la magia de sus planos, degustas sus profundos diálogos, te enamoras de los dos personajes. 
   La película es así, y no se la puede pedir más. O te encanta o la ves con algo cercano a la indiferencia, que es lo que me ha pasado a mí. Ni siquiera puede llegar a irritarte, aunque Ethan Hawke se manosea demasiado el pelo y pone muchas caras raras, por ponerle algún pero. Por lo demás, el guión es perfecto. Va dibujando poco a poco la psique de los dos personajes, ambos muy cultos, muy románticos y con muchas cosas interesantes que decir, sumidos en un diálogo continuado que se extiende a la hora y media de película (como he dicho, bastante larga), sin que paren de hablar. Habrá salido un tocho de libreto, imagino. Y entre tantas líneas, alguna frase o reflexión se desmarca de la media, y tiene bastante ingenio (como las conversaciones en torno a la reencarnación o a la isla habitada por 99 hombres y una mujer, y viceversa).
   Los actores mayormente aprobados. Ethan Hawke tiene demasiados tics, como he dicho, pero la protagonista femenina (Julie Delply, por si interesa), sí que resulta muy acertada. Nada prodigioso, pero sabe llorar, por ejemplo, con bastante más naturalidad que su compañero de reparto. 
   Y hablando de llantos, ¿resultaría conmovedora la película? Pues depende por entero de la empatía que puedas llegar a sentir por los personajes. Supongo que, si en ningún momento te preguntas cuánto queda para que termine la peliculita, acabarás con el lagrimillo al final, algo predecible, por otra parte... tan predecible como eficaz. Seguro.
   En definitiva, cumple lo que promete. Con una idea así, original pero nada revolucionaria, no podría haber salido de otra manera. Un conjunto tan bello como intrascendente.

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