miércoles, 30 de septiembre de 2015

Allá vamos otra vez

Bien avanzado el metraje de Irrational Man, la nueva albondiguilla de Woody Allen, Emma Stone pone una sonrisa irresistible, como todas las suyas, y desdeña el regalo que le acaba de hacer Joaquin Phoenix diciendo algo así como que no quería "algo práctico". 
   A lo largo de los últimos años, la experiencia fílmica que nos proporciona el genio neoyorquino, (habida la cuenta de la fe depositada y la final previsibilidad, más propiamente pasaría por ritual) ha acabando deviniendo en un acto muy poco práctico. Un sinsentido. No es algo malo. El personaje de Emma Stone está enamorada del absurdo, la utopía, el insensato desafío que supone el enigmático profesor Joaquin Phoenix, un tío que, sencillamente, no podría estar más jodido, y que también posee sentimientos encontrados en torno a la noción de la absurdez. Emma no ha de buscarle sentido a nada; Phoenix se ahoga en una existencia que adolece de la falta de él. Y, más allá de diversas metacinematografías, está la carrera del director. Que, actualmente, tampoco tiene el más mínimo sentido. De la cual, hace tiempo que no sacamos nada en claro (yo mismo intenté hacerlo al respecto de la última, sin éxito). La misma que, lo que son las cosas, nos mantiene enamorados. O al menos dependientes.
   Uno va a ver la nueva peli de Woody Allen sin plantearse el porqué. Sabe que le van a dejar a medias, que perderá el tiempo, que está claro que no va a ser el nuevo Match Point. Incluso al acabar la proyección es posible que diga "se acabó, a la próxima no pico", y 365 días después, pique. Finalmente, en un acto de contrición que suele depender de la cantidad de bluffs seguidos que se haya comido, le crece en el rostro una mueca cínica y dice "sí, voy a ver lo nuevo de Woody; será una mierda pero es la tradición". Se escuda en que no espera nada. En el fondo lo espera, porque es humano, pero cree que así dolerá menos.


   Ahora bien, Irrational Man es la película más interesante que ha hecho Woody Allen en lustros. No quiero decir que sea la mejor, ni tampoco que haya planteado temas inéditos en su abultadísima obra. Es más simple que eso. Éste su enésimo acercamiento al existencialismo, por suceder de una manera tan específica y tantos años después de Delitos y faltas (la película que resume su filmografía por entero y en la cual Allen habla de TODO), permite establecer una reflexión bastante jugosa sobre la totalidad de su filmografía, y adentrarnos de manera más sincera en lo que caray se le esté pasando al director por la mente. Esto se logra tan fácil como poner a un tipo con la cara de Phoenix a jugar a la ruleta rusa: despreocupado, sin nada que perder, en realidad angustiado por estar haciendo esto y no ese algo más "práctico" que se le escapa. La carencia de sentido en la vida, que para Allen es irrefutable (y así lo ha venido diciendo siempre por más placebos en forma de Manhattan, La rosa púrpura de El Cairo o la misma Magia a la luz de la luna, que haya proporcionado a su público), es el leitmotiv de la mayor parte de Irrational Man. Allen se las apaña para ello, a decir verdad, y con excepción del evidente acierto de casting con Phoenix, de una manera bastante chusca: bien valiéndose de diálogos tan exhibicionistas que duele (ya hace tiempo que perdió definitivamente el pulso en cuanto a esta materia), o haciendo una adaptación más o menos literal del Crimen y castigo de Dostoievski, Irrational Man es un filme en su mayor parte sin brillo. Más o menos entretenido, bien actuado, bien dirigido. Albricias, lo que es un Allen, Esta vez parece que tiene cosas que decir, y las dice, pero salvo cierta pirueta sobre el final que francamente no me esperaba y que quiere desmarcarse de todo lo establecido para embrollarlo todo aún más y apuntalar el meollo, lo hace sin mucho entusiasmo.
   La vida es absurda, nos viene alertando Woody Allen desde Annie Hall. Su obra posterior siempre se ha solido mover bajo este supuesto. Y sin embargo ahora, en el año 2015, plena evidencia de su agotamiento artístico y espiritual, igual no sigue queriendo los huevos.