domingo, 8 de junio de 2014

Ríos de tiempo, lagunas de argumento

Pareciera hoy en día, año 2014, que los superhéroes siempre han estado con nosotros, siempre a la última y siempre garantes del éxito comercial, sin reparar en conceptos como "saturación", "pesadez" o "fábrica de churros". Ha sido así, por un lado, porque el público no les ha dado la espalda, aunque razones para ello no les han faltado (me viene a la cabeza, como no podía ser de otro modo, El Truño de Acero, aunque también lo hace, sin quitarnos los calzoncillos, Superman Returns, y de modo aún más doloroso, Spiderman 3); y, por otro, porque han tenido la suerte de contar con varios directores y guionistas con intención de tomarse en serio el asunto, y no caer en la gratuita payasada más que lo necesario. Otro cantar es lo que se le pase por la cabeza a Zack Snyder con ese presumible engendro que será Batman vs Superman. ¿Payasada? ¿Vacía trascendencia? ¿Desastre anunciado? Juzgad vosotros mismos.

"Yo escribí El indomable Will Hunting, ¿cómo he llegado a esto?"

   Dividida la lucha, por tanto, entre las pelis ligeras, humorísticas y paródicas que se han encargado de producir en masa Disney y Marvel, y por las pelis más trascendentales y sombrías que han querido abanderar DC Comics, películas como The Amazing Spiderman 2, o la que ahora nos ocupa, X-Men: Días del Futuro Pasado, se hallan como desubicadas, en medio de todo el marrón, buscando su identidad propia. Si bien el Trepamuros lo ha tenido más difícil, al contar con una película que no tiene nada que envidiarle a los excrementos de las ratas y con un reboot (cada vez que pronuncio ese anglicismo pierdo dos años de vida) de cuya justificación nadie podrá nunca convencerme; me sorprende, para mal, la indiferencia con la que muchos reciben lo nuevo de la Patrulla X (sí, la llamaban así en los cómics y era mucho más entrañable y menos porno).


  Sobre todo teniendo en cuenta las más que dignas películas que se han hecho al respecto y, aún más sobre todo, por el hecho de que fuera X-Men, de Bryan Singer, la que iniciara la Edad de Oro de los espantajomanes audiovisuales. La película estrenada en el año 2000, preludio de la tempestad, presentaba ya unas señas de identidad tan sumamente atractivas que a duras penas han sido superadas en películas posteriores. Unas señas de identidad que, tras el retorno de Bryan Singer a la dirección, se han mantenido fuertes, e incluso han ido más allá, al inyectarle al endeble argumento de turno las idas y venidas temporales por las que, como ya he dejado claro varias veces en este blog, tanta debilidad siento. Volvemos con esos títulos de crédito tan insultantemente épicos como siempre (es que no falla, es escuchar esa música y efectuarse esos vertiginosos giros de cámara alrededor de cadenas de ADN o cosas del estilo y algo se corre dentro de mí); volvemos con Lobezno, ese personaje que Hugh Jackman nació para interpretar y del que nunca nos cansaremos; volvemos con esa acertadísima crítica social que desde siempre ha elevado a la Patrulla X por encima de sus congéneres; y, sobre todo, volvemos con Magneto y el Profesor X, alias de Erik Lensherr y Charles Xavier, cuya relación de amor-odio ha sido siempre el verdadero ingrediente secreto de la franquicia (no os engañéis, si X-Men: Primera Generación molaba tanto no era más que por esto y por el canalillo de Jennifer Lawrence, y esto es así).
   Por si esto fuera poco, en X-Men: Días del Futuro Pasado (aprovecho ya mismo para proclamar que no existe título más guay que éste), tenemos a Magneto y al Profesor X por partida doble, con lo cual lo sublime de todo aumenta exponencialmente. Vosotros veréis, nada menos que Patrick Stewart y James McAvoy dándole una profunda, cariñosa y dolorosa réplica a Ian McKellen y Michael Fassbender a través de diversas líneas temporales. Espero que ahora comprendáis el insensato y desesperado ansia que tenía por ver esta película.

Aquí James McAvoy, sentado cómodomante sobre el pene de su compañero de reparto Michael Fassbender

  Y sí, X-Men: Días del Futuro Pasado (creo que transcribiré este título todas las veces que me sea posible) es una contundente, espectacular y muy meritoria película de superhéroes sombríos y de profundas y desarraigadas psicologías que no dudan en dejar de lado convenientemente a la hora de deshacerse en sopapos o incluso en algún chascarrillo que otro. Como debe ser. Dos horas en las que no dejan de pasar cosas ni de aparecer nuevos personajes súper chulos (mención especial para Mercurio en la escena más divertida y espectacular de la función, pero tampoco hay que olvidarse de los acongojantes Centinelas ni del villano Bolivar Trask, que por el mero hecho de ser interpretado por Peter Dinklage, qué le vamos a hacer, no consigue caernos mal en ningún momento). Así como Bryan Singer nos da la oportunidad de volver a encontrarnos con viejos amigos, como esa Mística que Jennifer Lawrence ha hecho suya y que pasa por un personaje tan shakesperiano como Magneto y el Profesor X (restantes vértices de un triángulo amoroso, o algo así, totalmente fascinante), o con la antigua (o más bien futura) Patrulla X casi al completo, con menos minutos en pantalla de lo que nos gustaría. Coloso, Bestia, Gatasombra, Tormenta, Pícara, el Hombre de Hielo (que, como estaba mandado, se ha dejado barba y ahora es mucho más interesante)... y algunos más que tampoco mencionaré para no caer en el peligroso terreno de los spoilers.
   Sin embargo, y lamentablemente, X-Men: Días del Futuro Pasado no es la película perfecta que estaba destinada a ser. Aun siendo una de las mejores de la franquicia, el espectador no se despega nunca de la sensación de que todo podría ser aún más emotivo y espectacular (reforzada por un clímax más discretito, espectacularmente hablando, de lo que me gustaría admitir) y, sobre todo, no deja de advertir las constantes lagunas argumentales que atesora la propuesta. Sí, Bryan Singer no es Robert Zemeckis, ni tan siquiera es el andoba que dirigió Men in Black 3, y al montar todo el tinglado espaciotemporal se ha hecho la picha un lío. Puede que fuera consciente de varias de ellas en su afán de boicotear lo que Brett Ratner hizo en X-Men 3: La decisión final (una de las películas más infravaloradas del presente siglo, pese a que no tenga un título tan genial como X-Men: Días del Futuro Pasado), ya que, claro, él hizo las dos primeras y Sospechosos habituales y Jack El Cazagigantes y tenía que arreglar las pifias del inútil de Hora Punta como fuera. Esto es, malamente. A mí me parece bien que resuciten al Profesor X así por las buenas, ¿pero ni una mínima referencia a que Fénix LO DESINTEGRÓ ESPECTACULARMENTE en la última parte de la trilogía original? Es que queda muy poco serio, joder, al igual que el último plano antes de los créditos que sí, mola, pero que visto en perspectiva no tiene ningún sentido (esto último, por cierto, lo digo con cierta precaución ante la inminente X-Men: Apocalypse por si lo acaban justificando, pero han sentado un mal precedente, la verdad).

"No quisiera dar por sentado que soy un genio, pero últimamente mucha gente me compara con Woody Allen. ¿Casualidad?"

   Pese a estas escandalosas fallas, X-Men: Días del Futuro Pasado sigue siendo plenamente disfrutable, no sólo en cuanto a entretenimiento pirotécnico (que, exceptuando la batalla inicial contra los Centinelas y la fuga de Magneto, no hay tanto), sino a una cuestión puramente dramática, con unos excepcionales, como no podía ser de otro modo, James McAvoy y Michael Fassbender (el primero, literalmente, se sale, y comparte una escena con su yo del futuro que es demasié para el body), un Hugh Jackman que nunca perderá su carisma pasen los años que pasen y se sucedan los spin-offs mediocres que se sucedan, y una Jennifer Lawrence tan Jennifer Lawrence como suele, ni más ni menos. 
    X-Men: Días del Futuro Pasado, por tanto, recomendadísima. Ah, sí, por cierto, tenía prisa y no me quedé a después de los créditos. Pero vosotros quedaos si eso, que seguro que hay alguna movida guapa. Ya me contaréis. Jeje. Me pregunto con quién cojones estaré hablando.