miércoles, 26 de agosto de 2015

Es la hora de las tortas


Se dan ocasiones, si no todas, en las cuales el hecho de que una película nos parezca mejor o peor depende exclusivamente del momento en que las visionemos, de una especie de "sentido de la oportunidad" al que se doblegue su percepción de bodrio, obra maestra, o cult movie. A este influjo circunstancial se adscribe nada menos que eso que este verano nos la está poniendo tan dura, el género nostálgico, que gestiona su razón de ser en función a películas que sólo amamos porque las vimos cuando no teníamos ni puta idea de nada. Que sí, que muchos dirán que el guión de Los Goonies es una obra maestra, que es portentoso el carisma de sus protagonistas, deliciosa la figura de Slot en su contexto naif y desprejuiciado. Amiguitos, me gustaría que probarais a imaginar cómo sería ver la obra magna de Richard Donner en pleno 2015, y que no fuerais tan conscientemente mentirosos al decirme que os gustaría igual. El cine es así, el ser humano es así, y a mí no me parece mal. Lo que tiene todo esto, no obstante, es que cada tanto se cometen injusticias.

Se supone que Slot tiene gracia y Jar Jar Binks no, ¿no es así? DOBLE MORAL

   Los 4 Fantásticos, dirigida por Tim Story, fue estrenada en 2005, el mismo año que Batman Begins. Ésa fue y ha sido siempre su cruz. El pobre Tim Story, y los amigables guionistas que hoy día siguen buscando quien los adopte, no tenían manera de saber lo que Christopher Nolan conseguiría aquel año, y lo que aún le quedaba por conseguir. Osea, ahí estaban las dos primeras pelis de Spider-Man, dramáticas y complejas, pero coloristas y siempre divertidas, con sendos taquillazos. X-Men, como siempre, iba por libre, pero de verdad que no parecía mal momento para estrenar su peli. De hecho no lo fue, no en vano cayó secuela, pero todo el mundo actualmente la odia, incluso (o sobre todo) aquéllos que la vieron en su momento y les gustó. Los 4 Fantásticos, segundo intento del celuloide por adaptar las aventuras de la Primera Familia de Marvel, nació ya como una película pasada de moda y ajena a la nueva sensibilidad colectiva aunque tardara en notarlo lo mismo que el público en convertirse en ese ente taciturno, cínico y cortarrollos post-11S. Y en ésas, poco ha de importarnos (hemos pasado página) que vista hoy la peliculita de Tim Story sea un divertimento perfectamente válido, bien pensado, y que nunca se toma en serio a sí mismo... aunque, un momento, ¿no son divertimentos válidos, bien pensados y nunca demasiado serios los que hace Marvel en la actualidad? ¿No son justo esos blockbusters los que lo petan?
   4 Fantásticos, dirigida por Josh Trank (en su mayor parte), ha sido estrenada en 2015, alrededor de diez años más tarde de cuando debía haber salido a la luz. ¿Y qué tenemos aquí, aparte de la peli que más desprecio, odio y morbo ha suscitado en los últimos tiempos? Pues una muestra valiosísima de que quienes sean los de la Fox que están a cargo del proyecto no sólo no se enteran de un carajo, sino de que ni siquiera van al cine o tienen el más mínimo interés por los superhéroes (¿Guardianes de la Galaxia? ¿Hola, os suena, Chris Pratt? ¡¿Dónde estuvisteis durante el verano de 2014, en Corea del Norte?!). Lo único que parece importarle a esos buitres autistas es mantener a Marvel alejada de la jugosa licencia que consiguieron hace siglos y sobre la que Roger Corman fue el primero en cagarse, para hacer dinero a expensas de espectadores que nunca estarán convenientemente preparados para sus productos... PORQUE SERÁN LANZADOS EN EL MOMENTO MENOS INDICADO.

Es bastante imposible no mirarle constantemente la cosa a La Cosa. Yo lo intenté, pero nada

   A ver, tampoco estoy diciendo que, de haber sido estrenada en el 2005, 4 Fantásticos hubiera dejado de ser la basura que, en efecto y de un modo que no os podéis ni imaginar, es. Simplemente ocurre que, como parte de ese público en constante cambio de sus prioridades y cada vez más saturado del género, me cabrea aún más percibir cómo estos espantajomanes de poca monta no pintan nada en un mundo que ya superó el nolanismo (aunque aún queden apestosos resquicios como El Truño de Acero y demás escorias que le sucederán), en el que todos los héroes eran ceñudos, con traumas, sentimiento de culpa y sensibilidad proletaria. Y esta nueva confusión no tiene que ver, como le ocurrió a Tim Story, con la mala suerte; los idiotas de la Fox no tienen esa excusa... como tampoco se pueden justificar echándole toda la culpa a Josh Trank, que igual sí, es un gilipollas insoportable, pero que tiene cara de mínimo haber visto Los Vengadores. ¿Cómo os comportaríais vosotros si os tocara en gracia dirigir semejante cosa, sabiendo que ni la más mínima decisión artística de tu cosecha será tenida en cuenta, y que ni los de arriba se han tomado el producto verdaderamente en serio? Pues exacto, estaríais encabronados todo el día y lo tendríais que pagar con alguien. En el caso que nos ocupa, como anda Miles Teller por ahí (que otra cosa no, pero tiene pinta de ser un tocapelotas del calibre 48), es obvio que va a ser el reparto. Y que, sí, al final te vas a ir a la puta calle. Por mucho que durante un efímero periodo de tiempo pensaran en ti para el primer spin-off de Star Wars y fueras la nueva promesa de Hollywood. En fin, yo no he visto Chronicle, pero apuesto la vida a que el amiguete Josh Trank tiene bastante más talento que Colin Trevorrow, que aprendió a dirigir viendo telefilmes de Antena 3.

Al menos estaría bien quedar con él y que nos contara su versión de la historia. Seguro que habría coca

   Total, justificado medianamente lo justificable, sigue sin haber por dónde coger una película como 4 Fantásticos. No es sólo lo ya dicho, su inoportunidad, su colosal error de cálculo, sino que hay tanta estupidez en cada uno de sus aspectos que ni el espectador más voluntarioso puede mantenerse a salvo de la vergüenza ajena. Ojo, lo que es un servidor no tiene demasiado en contra de las películas solemnemente malas (de hecho, un día antes vi Sharknado 3, que es algún tipo de obra maestra), mientras sepa extraer algo divertido o instructivo de ellas (NO hagas eso, NI SE TE OCURRA hacer esto otro, POR DIOS dedicarse al cine no puede ser tan difícil). De 4 Fantásticos quizá es posible sacar alguna lección, pero es una lección, y eso sí que es lo imperdonable, TAN aburrida... Habréis oído decir que sólo hay una jodida escena de acción en toda la peli, que dedican algo más de una hora a explicar el origen de los colegas, y que, en fin, la Antorcha Humana es negro (que oye, muy buen trabajo en ese aspecto también, campeones: estupendo oscurecer la epidermis de un tipo vago, insolente, con afición a las carreras ilegales y al que no parece importarle mucho que lo mangoneen; tranquilos, no sois naaaada racistas). Habréis oído decir todo eso y mucho más, pero hijos míos, los rumores se quedarán cortos, o quizá magnifiquen demasiado lo que algunos podrían pensar que es otro tipo de Sharknado. Gran error. 4 Fantásticos no es divertida ni cuando pretende serlo ni cuando no lo pretende (que es durante la mayoría de las... ¿en serio?, ¿sólo duraba una hora y media?). Es una película tan jodidamente mala que no tiene ni gracia; sólo es un tostón, y un tostón muy ofensivo, incluso para los que no han leído ni un solo cómic y, gracias al cine, no tienen la mínima intención de ello. 

Película de culto en 3, 2, 1...

   El listado de ultrajes a este respecto es holgado y generoso, y agravado por comparación a algunas buenas ideas que quedan en agua de borrajas. La relación de Ben Grimm y Reed Richards parece ser por momentos el eje del asunto (incluso Miles Teller se esfuerza un poco), siendo bonita y fácilmente susceptible a la empatía del público... hasta que obtienen los poderes y se convierten en La Cosa que se quedó sin set pièce de lucimiento por culpa del montaje que hizo el enésimo soplapingas al cargo, y en un Mr. Fantástico más cutre y rígido incluso que el de Ioan "Whatever happened to" Gruffud (al menos él utilizaba sus poderes para alcanzar el papel higiénico; el chaval de Whiplash no es capaz ni de encontrar a La Cosa cuando se lo propone, que ya hay que ser inútil). El triángulo amoroso de Richards, Sue Storm y Victor Von Muerte parece de primeras estar cuidado y ser relevante para la trama de alguna forma, aunque chirríe lo hipster que han querido volver a la damisela (escucha Portishead, colegas, NOLAN, TODO ESTO ES CULPA TUYA)... hasta que, habéis vuelto a acertar, consiguen sus poderes, y Sue Storm puede volar y cambiar de peluca a velocidad supersónica, mientras que el Doctor Muerte... pues oye, acaba consiguiendo un pack superpoderil bastante completito. Tan pronto hace estallar cabezas como lanza electricidad como SE SUBE A PIEDRAS MUY ALTAS como se pone una capucha y parece aún más malvado. Un villano muy apañao, de lo más fantástico de 4 Fantásticos. Hay donde elegir.

¡He descubierto que hicieron un videojuego de la del 2005! ¿No es brutal?

   Parece divertido, pero en serio, que no. Que es una birria. No merece la pena que la vea nadie. Joder, hasta es imposible conciliar el sueño por culpa de los experimentos de los huevos que Reed Richards hace desde el minuto uno y que indefectiblemente hacen explotar cosas. Que qué mala que es la peli joder. Osea, tampoco hagáis caso de los apocalípticos que campan por ahí; no es la peor peli de superhéroes de la historia boñiguera como podría ser Spider-Man 3 o Batman & Robin (porque, insisto, ni siquiera es divertida), pero agüita. Qué horror de actores (Jamie Bell, amigo Billy, primero King Kong y ahora esto, chúpasela a Von Trier y que vuelva a darte trabajo, por lo que más quieras), de guión (si esto es lo que las lumbreras del Nuevo Hollywood entienden por darle profundidad a los personajes anda y que los folle un pez), de efectos digitales (¿había quien llamaba "cutre y televisiva" a la peli de Tim Story?, me mofo), de, ODÍN BENDITO, final. No sé si llamarlo spoiler sería apropiado (yo más bien lo llamaría quimioterapia), pero allá va: la escena final va de los cuatro chiquines pensando qué nombre chuli ponerse. La Antorcha Humana demuestra tener algo de sentido del humor por primera vez en su vida (aunque sea al nivel del hijo de Will Smith en el remake de El Príncipe de Bel-Air), y propone uno. Qué partida de ojete, qué cabrón. La Cosa propone otro. La Antorcha Humana por primera vez se mete con La Cosa. POR PRIMERA VEZ. Una puta hora y media. Y Mr. Fantástico da con la solución. Fin. Ojalá que toda la película hubiera sido esa conversación, la verdad.

Y no, ni siquiera hay cameo de Stan Lee. Ni escena poscréditos. Claro que de esto último no estoy seguro porque salí echando hostias de allí

   Total, que he de estarle muy agradecido a 4 Fantásticos y a los cagabandurrias de la Fox. Ahí donde los veis, han salvado mi verano. 

miércoles, 19 de agosto de 2015

Corre, Tom, corre

Está siendo un verano tan soso que lo mismo la semana que viene acabo viendo Los 4 Fantásticos por puro interés empírico, voy avisandoanunciando. Quiero decir, por un lado hemos tenido Inside Out como epítome de todo lo bueno que te puede pasar durante una hora y media cualquiera de tu vida; y por otro esas alegres francachelas nostálgicas que, contrariamente a lo que su naturaleza pregonaba, ya he olvidado por completo... o casi (¿han puesto a Colin Trevorrow al mando del Episodio IX?, ¿acaso alguien ha sido capaz de ver Jurassic World y no pensar que estaba dirigida por, no sé, un notario?). Total, que cada blockbuster veraniego de este 2015, a falta de Ant-Man, que no vi tanto por no querer que Marvel me volviera a timar como por no encontrar a ningún acompañante que se prestara al sablazo, se ha suscrito religiosamente a la corrección, anticipado a cualquier alzamiento de ceja, desechado cualquier riesgo. Y lo nuevo de Tom Cruise no ha sido una excepción. Cómo iba a serlo, tratándose del hombre más listo y adorable de Hollywood.

"¡¡Es la hora de las tortas!!", llamaré a mi crítica. Veréis qué bien nos lo pasamos :)

   Vaya por delante que Misión Imposible no es una de mis sagas favoritas. Como, estoy seguro, tampoco lo es de nadie. De hecho, ha habido días, y los volverá a haber, quizá un par de meses después del predecible taquillazo que ha sido esta última aventura, en que Tom Cruise sea la única persona de la Tierra que piense que lo que le ocurra a Ethan Hunt (osea, Tom Cruise) le importa a alguien. La última superestrella, en su egocéntrico subconsciente, cree que realmente hay gente que recuerda lo que las siglas FMI significan una vez que ya han salido los créditos y el tema de Lalo Schiffrin ha vuelto a irrumpir en su máxima y badassera expresión. Cuando, ejem, no es así, como tampoco existe hoy en día alguien que se acuerde de la serie de televisión sesentera en la que se basa y con la que ni siquiera comparte al protagonista (éste sólo salió en la primera peli, dirigida por Brian De Palma, y resultaba ser, SPOILER, el malo sin carisma de turno). Total, que qué puta broma es ésta, se preguntará cualquier espectador sensato, confuso, ojos vidriosos, rascándose el mismo bolsillo en el que una vez descansó cierto dinero, el mismo que acaban de robarle. La puta broma se llama Tom Cruise, y el milagro lo han obrado, y ya vamos por la quinta vez, sus santos cojones.  

Lo mejor de todo es que esta escena sólo es el principio
   
   Después de desaprovechar la firma de De Palma en la primera (al menos más allá de esa única secuencia que todos recordamos), aprovechar lo que le permitía hacer el nombre de John Woo en la segunda (guilty pleasure por antonomasia), beneficiarse de contar con J.J. Abrams y lo clarito que lo tiene todo en la tercera  (aún hoy, la mejor de la saga), y sorprenderse del modo tan hueco e irrisorio en que el director de Los Increíbles le sirvió el potaje en la cuarta, Tom Cruise vuelve a las andadas en, no puedo creer que hayamos llegado a esto, la quinta entrega de Misión Imposible, subtitulada Nación Secreta y bautizada apócrifamente como el Caballero Oscuro de la saga, esto es, el largometraje más ambicioso, inteligente y oscuro de la franquicia. Con lo cual, recordemos fuertemente El Truño de Acero, intentemos lo mismo de manera infructuosa con Skyfall y, todos a una, echémonos a temblar...
   ... sin motivo alguno. Porque, a ver, no está de más recordar que es de Tom Cruise de quien estamos hablando. El único. El inigualable. El campeón que se sintió muy cómodo en Jack Reacher a las órdenes (es un decir) de Christopher McQuarrie, y decidió ficharle para la nueva empresa de la Fuerza Misión Imposible (lo habéis adivinado, eso es lo que significa FMI, ¡BUM!); y que ahora nos trae uno de esos blockbusters veraniegos a los que nos gusta llamar definitivos para luego obviarlos y llorar cual magdalena diabética con el final de la última de A todo gas. En efecto, un entretenimiento puro y duro; divertido, espectacular, simple. Ni más ni menos. En Nación Secreta no encontraréis argumentos enrevesados aparte del habitual y delicioso desfile de máscaras a lo Scooby Doo (que sí, será todo lo gilipollas que queráis, pero sigue funcionando tan bien como siempre), ni giros dramáticos más allá de la enésima cosa que sale mal durante la infiltración del prota en un sitio súper chungo (en esta ocasión, realmente chungo, y realmente agobiante), ni personajes complejos o que sorprendan más allá del hecho de que Tom Cruise tenga 53 años. En efecto, ya van 53 años. ¡53 JODIDOS AÑOS!, y mirad cómo se agarra a ese avión, cómo aguanta los sopapos, cómo exhibe esa sonrisa de canalla como pidiendo disculpas por ser tan jodidamente awesome. Y luego sale la zorra decrépita de Sharon Stone en bolas y la gente flipa. Por favor, seguid admirando a Tom Cruise. Al mito viviente. Seguid siendo conscientes de vuestra mortalidad, de vuestra insustancia, de lo miserables que sois por reíros de la Cienciología, de los sillones o de, bueno, Misión Imposible II.

Esta escena está guay, pero le falta UN DUELO DE MOTOS. Y que el fuego de al lado sea la estatua de un santo quemándose. Durante una procesión. En Sevilla.

   Aunque parezca mentira, sobre Nación Secreta se pueden hablar sobre más cosas que no sean Tom Cruise. Ninguna ni la mitad de geniales que él, pero probemos: El resto del reparto cumple más o menos, destacando a un Simon Pegg que nunca acaba de creerse la cantidad de metraje de la que dispone (así como el que por momentos pueda parecer que TOM CRUISE LE CONSIDERA AMIGO SUYO) y a una Rebecca Ferguson como femme fatale genérica y, pese a todo, muy interesante (ayuda a ello que en todo momento se quieran establecer paralelismos bastante toscos con el personaje de Ingrid Bergman en Casablanca, que en cierta escena le copie la jugarreta al Joker de Heath Ledger, y que su aspecto físico recuerde poderosamente a Honor Blackman... ya veis, entretenimiento descerebrado lo será y mucho, pero guiños cinéfilos también los hay a patadas). Por lo demás, en fin, está Jeremy Renner intentando demostrar que no es gay, Alec Baldwin en piloto automático (desde 2006, concretamente), Ving Rhames con sombrero, y el malo, que como es el malo de una peli de Misión Imposible no protagonizado por Phillip Seymour Hoffmann pues ni se molesta en esforzarse. En cuanto al guión, sin novedad en el frente tampoco: es exactamente el mismo que el de las películas precedentes, con la diferencia de que esta vez Hunt y los suyos deciden tomarse la justicia por su mano desde el minuto 5 en vez del 20. A esto se referían con lo de la ambición, la inteligencia y la oscuridad. Los tunos.

Momento en que se dieron cuenta de que El despertar de la Fuerza también tenía programado su estreno en Navidad. Y recularon.

   Al margen de estas observaciones malintencionadas, la película está bien dirigida y tiene momentos de sobresaliente, como el rapidísimo prólogo, la secuencia en la ópera o la persecución de las motos. Nada que la vaya a hacer persistir como la película del verano ni pueda hacer salir a la saga de ese curiosísimo limbo antes descrito. Nada que suponga el más mínimo cambio de status en la carrera de Tom Cruise. En un par de años, la sexta peli, y así sucesivamente hasta que el bueno de Tom ya no sea capaz de correr de manera que luzca genial en pantalla. Ese día, Hollywood tal y como lo conocemos habrá acabado. 
   Hasta entonces, DISFRUTEMOS: