martes, 6 de noviembre de 2012

Nolanizando que es gerundio


Desde siempre me han gustado las películas de James Bond. Mucho. No seguiré en esto con la típica parrafada nostálgica ensalzando a Sean Connery, proclamando al primer Bond como el mejor de su, larga y plena en altibajos, historia, porque ya bastante os habrán dado la brasa con ello vuestros abueletes, y porque es una actitud dentro de la cual nunca he sentido el impulso de definirme. 
   Yo es que soy más de Brosnan, matadme, y no por nada sino porque empecé con él en el mundillo, cuando Goldeneye (una de las mejores entregas de la franquicia, sin discusión) me cautivó desde el primer instante con una narración poderosa y adictiva, un impulso enérgico que pocas veces he visto igualado en mis experiencias bondianas posteriores. Sí, Pierce Brosnan. El actor que consiguió igualar el carisma de Sean Connery y pisotear elegantemente y con saña la maltrecha sombra de Roger Moore, aquel pobre diablo que no tenía otra cosa que hacer que salir en películas de 007 sin importar la edad que tuviera o lo malas que fueran éstas (que lo son, y mucho). Más o menos mientras Moore ya volvía temeroso a casa para que su mujer le diera pal pelo, y no me estoy figurando nada, Timothy Dalton recogía el testigo y... bueno, salía en dos películas (una más que George Lazenby, jijiji) y luego se daba un garbeo por Looney Tunes: De nuevo en acción, joya del cine de arte y ensayo que nunca está de más reivindicar. Entonces vino mi querido Brosnan, y con él la revitalización de una franquicia que, desde la chorrada cósmica que es Moonraker, no levantaba cabeza la pobre. Aunque Panorama para matar, gracias Christopher Walken, no estaba mal del todo. 
   Por desgracia, en una etapa ulterior de su carrera, muchos listillos se dieron cuenta de que, rayos y retrúecanos, todas las películas de Bond eran iguales y, por tanto, cada vez más ridículas. No puedo negar que Muere otro día fuera un simpático despropósito (ya sabéis, cochecicos invisibles, rayos láser, Bond haciendo surf con paracaídas en un cacho de avión sobre un bloque de hielo gigante sin despeinarse el tupé), pero ni por asomo creí entonces que la fórmula estuviera agotada. Por su parte, los responsables de la franquicia (un encanto de personas según he oído) decidieron replantearse las cosas y mirar con ojo avispado a la taquilla, donde Matt Damon repartía guantás de un modo mucho más directo que 007, pero tampoco mucho más distinto (ya que tampoco movía una ceja el pillín). Y así llegamos a Daniel Craig (probablemente un actor mucho más solvente que Lazenby, Moore, Dalton y Brosnan juntos) y a otra de las mejores películas Bond de todos los tiempos: Casino Royale

Roger Moore es el único que tiene que sostener la pistola con las dos manos... ¿Casualidad?

   En esto, paso olímpicamente de Quantum of Solace, y no sólo porque fuera un truño del tamaño de Edimburgo, sino porque, qué diantre, aquí venía yo a hablaros de Skyfall. La película de Bond definitiva, problemática calificación con la que nos han bombardeado tan copiosamente que han conseguido que sintamos cierto escepticismo. Oh, sí, ahora al argumento, al guión se le otorga un papel de más peso. Ahora, al mando está un director prestigioso de la talla de Sam Mendes. Ahora, Javier Bardem es el villano, el villano definitivo también. Ahora durante los créditos canta Adele. Ay, que me da algo, que se han inspirado en los trabajos de Christopher Nolan para el tratamiento del personaje. ¿Alguien puede dudar que va a ser legendario?
   Reconozco que, salvo por el fichaje de Sam Mendes y la grandiosa canción de Adele, no le di demasiado crédito a este panfleto en un principio. Ni siquiera a lo de Nolan (últimamente se está nolanizando todo). Pero aún así iba a ver la película, por supuesto. Es Bond, James Bond. Quizá ahora con ínfulas de ser algo más que un mero entretenimiento, pero démosle unas palmaditas en la espalda, y qué espalda, y a correr.

Sí, tenía que poner una foto suya. Era necesario.

   Y ahora que la he visto, ¿es para tanto? Diría que no, pero con cautela. Para empezar, el cuento de que han hecho un trabajo más pulido con el guión no es más que eso, un cuento. La historia es mucho más simple que Casino Royale o que Quantum of Solace (sí, creo que entre todos los mareantes movimientos de cámara y los crípticos diálogos de esta última había algo así como una historia), y aún así, brilla con luz propia dentro de todos los risibles libretos de la saga del personaje de Ian Fleming. Esto es posible gracias a que en Skyfall han querido poner a James Bond en situaciones nunca antes vistas, y a mostrar partes de su carácter que tan solo intuíamos; un modo, en resumen, muy brillante de continuar la estela de Casino Royale  (en cuanto a la ya mítica escena de la tortura y al "Ahora todo el mundo sabrá que murió rascándome los huevos"). Incluso las escenas de acción son bastante originales dentro de lo visto en la franquicia, y no hablo de ese prólogo en Turquía que no podría haber sido rodado con más desgana, pero sí de esa brillante pelea a contraluz homenajeando, creo, una escena icónica de Desde Rusia con amor; de la inmejorable secuencia en el metro de Londres (con diferencia, lo mejor de la película); y del aséptico clímax. Para los incondicionales del Comandante Bond, toda una espectacular sorpresa. 
   En otro orden de cosas, Javier Bardem compone un gran personaje pero no, ni de lejos, un gran villano. Su Silva es una mezcla entre el Alec Trevelyan de Sean VaAMorir y del Max Zorin de Christopher Walken, uno por la supuesta antítesis de Bond que simboliza y otro por lo estrambótico, por usar un adjetivo elegante, de su peinado. Y, aún así, y pese a que la chica Bond de turno lo describa poco antes como el maloso de los malosos, Bardem ofrece una interpretación tan sincera y cercana que no consigue inspirarnos ni miedo (por mucho que intente imitar al Joker en algún momento) ni asco (por mucho que ayude el peinado, jo, qué peinado más horrible). Y con todo este psicoanálisis improvisado no quiero decir que no resulte un gran rival para Bond, y me remito a la secuencia del metro, pero sí que al final incluso acabe dando pena y consiguiendo que le comprendamos. Otra gran sorpresa.

Parecía imposible, pero el tío ha conseguido salir aún más feo que en No es país para viejos

   Si bien Skyfall no resistirá mucho dentro de su apodo de película Bond definitiva, sí que lo hará como la más sorprendente y, por qué no, excéntrica. Supone, por si fuera poco, un gran homenaje a las películas antiguas (mucho más grande de lo que cabría suponer en un principio), y los actores están en su mayoría fantásticos, con Daniel Craig fusionado totalmente con su personaje, Judi Dench luciéndose como "M" con mucha más cancha que en anteriores ocasiones, el ya citado Bardem, Ralph Fiennes, Ben Whishaw como "Q" (YA ERA HORA, CABRONES), la chica de la mala puntería... 
   Únicamente adolece de un tramo final alargado en exceso, en el cual se percibe aún más claramente el fantasma de Christopher Nolan (¿Alfred?) y donde todo chirría un poco; y de alguna escena ridícula como aquella de los lagartos hechos por ordenador y más falsos que un político. Por lo demás, tenemos ante nosotros una muy buena película de James Bond, que no sé yo si será mejor que Casino Royale, pero que sí entra de cabeza dentro de mi lista de películas preferidas de 007. Así que hacedme caso e id todos a verla. 
   Y hasta la próxima. Porque, está claro, James Bond volverá. Pese a quien pese. Con más tiros, más chistes malos, más fantasmadas, más tías buenas, más todo; y a ver si la próxima también resulta ser la película Bond definitiva. Que yo encantado.