miércoles, 20 de noviembre de 2013

Cine con eñe de ñordo (hala, cómo me he pasado, la peli tampoco es tan mala, leed la crítica)

Una vez vista ¿Quién mató a Bambi?, únicamente cabe preguntarme si, de no haber costado 3. 50 la entrada, de no haber pensado "ey, aprovechemos para ver cine español, y ya es haber pagado por dos pelis españolas seguidas que no sean de Torrente, tras Las brujas de Zugarramurdi", y de no haberme pillado en un momento que necesito hacer cualquier cosa para postergar mi llegada a casa y encarar la tonelada de trabajos de la universidad que tengo que hacer, etcétera, habría ido a ver dicha película. Realmente no lo sé. El tráiler era tan cachondo y tan conseguido que en cuanto lo vi decidí que vería esa peli, si tenía oportunidad. Visto lo visto, igual podría haber optado por la vía ilegal y así llevarme un chasco de menores proporciones. Igual.


   ¿Quién mató a Bambi? es una película fallida desde su propio título, justificado tan sólo, y ni eso, por dos momentos de la película bastante grotescos. Se trata, según dicen (y figura honestamente en los créditos) del remake de un film mexicano llamada Matando cabos, quizá un título más acertado, quizá una película mejor. El caso es que, teniéndolo todo a su favor, la última película de Santi Amoedo (jej, digo su nombre como si tuviera maldita idea de quién es), una flamante comedia negra de enredo, acaba fracasando en lo más básico, en lo único de lo que se tendría que preocupar, que es en hacer reír. 
   Da un poco igual que los protagonistas de la función, Quim Gutiérrez y Ernesto Alterio, estén ambos impecables en sus respectivos papeles, uno haciendo gala de un inédito magnetismo que le hará llegar lejos (ver el modo en el que se relaciona con Úrsula Corberó, la chica florero que está buenísima y que no aporta una mierda a nada), y otro, simplemente, siendo el actor formidable que es, imprimiendo tanto patetismo como credibilidad en la maltrecha figura de su personaje (ver su interacción con Clara Lago, la otra chica florero, y con Enrique Vecchio tras producirse el secuestro que desencadena la intriga). Da un poco igual, como digo. La película se estructura en función a equívocos, a cada cual más inverosímil, sin que se sienta el necesario crescendo, esto es, sin que las risas aumenten. De hecho, ni siquiera los golpes de humor más negro y visceral funcionan, llegando a ser la película, en un par de ocasiones, abiertamente desagradable (la mutilación que en cierto momento sufre uno de los personajes... pareciera que el hecho de cortar falanges es ya garantía de despolle, pero no). 

Antes de que se me olvide, sí, el cameo de Iniesta es una enorme y sosa caca

   Y eso que sí, la totalidad de los personajes que pueblan ¿Quién mató a Bambi? no juntan ni media neurona, y que de esa coyuntura deberíamos extraer una gran cantidad de gags disparatados y memorables. Pero en su lugar nos encontramos con que las mejores gracias estaban en el trailer (sobre todo la que tiene como protagonista a Carmina Barrios, una escena que habré visto ochenta veces pero que sigue contribuyendo a la partición de mi ojete), y con que estos tíos tan imbéciles acaban dando bastante pena (salvo el abogado ése, que protagoniza una escena muy acertada, en la que explica los fundamentos del derecho, y otras cuantas que no tienen ni pies ni cabeza y dan auténtica vergüenza ajena... ah, y el italiano, vaya colleja le daba a ese tío). 
   Por sacar algo bueno de este desbarajuste, tenemos las dos acertadas interpretaciones protagonistas, un ritmo que está bastante bien llevado (es lo más curioso de esta película, lindando en lo paranormal: que pese a no hacer ni puta gracia la mayor parte del tiempo, es muy entretenida), una banda sonora muy destacable, una dirección competente, y, sobre todo, la aparición decisiva de una llama sobre el final de la película. No sé si esto contará como spoiler, pero ya me sirve de excusa para poner una foto que ya amo más que a algunas personas y con la que me despido diciendo que, pese a todo, esto es una comedia, y al igual que a mí me ha sacado bien pocas carcajadas, a cualquier otra persona le puede sacar más. Pero vamos, que no creo. Deleitaos con esta foto, saboread todos sus matices y sus enseñanzas sobre cómo debería ser la vida, y ahorraos el precio de la entrada. 

lunes, 18 de noviembre de 2013

Un tranvía llamado Blanchett


A mí la verdad es que Woody Allen me mola. Me mola mucho. Mazo. Pero eso no quita que sea absolutamente escéptico y crítico con la serie de obras que últimamente ha tenido a bien presentarnos, ya sabéis, desde que decidió irse de vacaciones por Europa y presentar lo que grabó por ahí para enseñárselo a la familia y decir luego que eran películas. Y sí, en este Mis Viajes Autocomplacientes también incluyo Midnight in Paris, por mucho Oscar a Mejor Guión Original que tenga (no está de más recordar que Django desencadenado tiene el mismo premio, y de reiterar que el guión de Django desencadenado es, en su mayor parte, caca). Soy de los que siempre se lamenta a quien tenga la paciencia de escucharme de que el genio neoyorquino (y utilizo la palabra "genio" con la mayor objetividad y distanciamiento científico) tenga esa manía de presentar películas cada año, sin interrupción, como churros parlanchines que, según salgan del horno, a los críticos les dé por decir "es el mejor Allen en años", "la mejor película desde Match Point" o "en ésta tampoco sale Scarlett Johansson, así que guay". Si el bueno de Woody se tomara más tiempo quizá pudiera maravillarnos ocasionalmente con un Annie Hall, o un Delitos y faltas, o un Desmontando a Harry, o un Toma el dinero y corre (bueno, este último seguramente no, desde que es un auteur no se puede permitir algo así).  
   ¿Cómo nos ha salido el churro hoy?, me pregunto cada mañana al despertarme, y también me preguntaba según iba al cine, que hoy había una Fiesta del Cine también pero a nadie le importaba. Los críticos profesionales (¿puede ser realmente profesional un crítico?, yo espero que sí) la ponían por las nubes, y luego Boyero decía no sé, lo de siempre. Así que yo me dirigía a la sala bastante motivado, con un nivel medio de expectativas, ya que el hecho de ser el único al que no le guste Midnight in Paris pesa. Al menos, estaba seguro, vería una gran actuación por parte de Cate Blanchett. Eso lo tenía claro desde el principio.

Y esto es en lo que hubiera quedado Galadriel de haber aceptado el Anillo Único. Toma pie de foto friki.

  Así que comenzaré diciendo que Cate Blanchett es, simple y llanamente, lo mejor de Blue Jasmine. Ella sola saca la película adelante, con sus bien medidos histrionismos, la sensación continua de estar a punto de estallar y las incómodas (y pocas) risas que despiertan sus reacciones. Y, aunque lleve ella el peso del argumento, y focalice toda la acción (el guión es, ante todo, el estudio psicológico de un personaje extremo), se encuentra acompañada de un puñado de secundarios estupendo. Sally Hawkins es encantadora, y Bobby Cannavale (más conocido como Gyp Rosetti de Boardwalk Empire, más conocido como el puto amo) un tipo tierno y patético al que se le llegará a coger cariño. De Boardwalk Empire también aparece Michael Stuhlbarg en un personaje abiertamente desagradable pero también hilarante, y también otro tío de Boardwalk Empire que no sé cómo se llama, y que como sólo sale en un plano, estoy haciendo un poco el idiota al mencionarle, sólo por eso, porque sepáis que veo Boardwalk Empire y que esa serie es la crema. Luego sale Alec Baldwin, que está muy bien. Y Louis C.K., en un papel cachondo pero que no se sabe muy bien por qué está ahí. Y el que hace del ex marido de Sally Hawkins. En fin, que bastante bien todo el plantel actoral, como siempre. Estamos hablando del tío que consiguió sacarle una interpretación medianamente decente a Scarlett Johansson, y del que se tiró a una chica treinta y cinco años menor que previamente había adoptado. Esto último ha sido un poco gratuito, pero yo amo a Woody, así que se me perdona. 
   Dando por hecho que la Blanchett va a estar nominada a los Oscar, y amenazando con desatar mi ira inofensiva de lo contrario, sigamos. La dirección es típicamente alleniana, destacando unos primerísimos planos de Cate Blanchett que serían hasta incómodos de no ser la actriz tan hermosamente bella, y tan grácil, y tan elegante y tan todo. La música también es alleniana a más no poder, aunque destacaría, simplemente porque es muy bonito, el tema de Blue Moon, que además es súper significativo para la historia.
   Una historia, un guión que, al fin y al cabo, es lo que acaba decidiendo si lo nuevo de Allen es tan bueno, y tan igualando a Match Point. Y qué queréis que os diga. A lo mejor un Oscar a Mejor Guión Original se lleva, por qué no, aun cuando su argumento y desarrollo se parezca escandalosamente a Un tranvía llamado Deseo (incluso más de lo que me atreví a augurar en un principio), pero el libreto que Allen escribió según volvió de Roma para ponerse a rodar en un par de semanas el próximo churro, es simplemente correcto. Los diálogos están en la línea del genio del clarinete (el clarinete que tanto le gustaba a su hija adoptiva treinta y cinco años menor :) :), con un par de perlas sublimes que confirman año tras año el grandísimo guionista que es y el grandísimo y corrosivo sentido del humor que tiene (destacar el diálogo en torno a los ahorcamientos).

"Quiero dejar esto bien claro: yo creía que el poli era como una prostituta"

   Además, en esta ocasión le ha dado por jugar con los saltos temporales, encadenando flashbacks a la narración un poco a su bola, pero con un resultado eficaz mayormente. Y aún así creo, un par de horas después de haberlo visto y reflexionado, que la película no me ha convencido del todo. Quizá sea la sobreabundancia de subtramas innecesarias y que no llevan a nada (lo de Louis C.K., sobre todo), quizá una sucesión de acontecimientos que unas veces parece torpe y extraña (el monólogo que le suelta Jasmine a sus sobrinos, que no se sabe si es dramático, o cómico, o sólo incómodo), y otras veces guionizada por un Damon Lindelof cualquiera (la forma en la que el ex cuñado de Jasmine da paso al tercer acto puede ser fácilmente lo peor que haya escrito Woody Allen en toda su carrera, incluso peor que Viky Cristina Barcelona). Quizá, sobre todo, sea que la película no me ha llegado. Llega el final, uno que no es precisamente bonito (si es esperanzador o deprimente quedará al juicio del espectador), pero que debería parecer definitivo, concluso, y yo sólo soy capaz de encogerme de hombros y decir, "Pues nada, se acabó". 
   Esto último es una apreciación puramente personal, y por ello no quiero desmerecer el trabajo de Allen. Blue Jasmine tiene muchas cosas buenas y algunas malas, y por si acaso cuenta con Cate Blanchett para justificar el precio de la entrada, pero no. No es el mejor Allen desde Match Point. Y yo ya me estoy deprimiendo, porque parece que nunca lo será.