miércoles, 27 de junio de 2012

Hay ocasiones en las que un Comunicador Audiovisual tiene que hacer lo que tiene que hacer

Escribo estas líneas cuando aún resuenan en la calle los pitidos de los coches y los gritos enfervorecidos de multitud de españoles a los que hoy les han dado una gran alegría. Y no porque la crisis haya acabado, y el futuro de los jóvenes por fin se revele prometedor y lleno de oportunidades, tampoco porque sus padres hayan vuelto del paro con un nuevo trabajo y algún que otro atisbo de futura sostenibilidad. Ni siquiera porque hayamos tocado el ansiado fondo. Es que, compañeros, patriotas, españoles, estamos en la final de la Eurocopa. Olé nuestros cojones. Que les vamos a ganar a Alemania y todo, y se van a cagar la pata abajo. A ver si le bajamos los humos a la Merkel. 
   Sin entrar a hablar de política o fúrbol, pues lo que sé de tales temas se reduce a discernir que en lo que una nos jode, el otro cumple con su deber social embelleciendo dicha sodomización, parece que ahora están de moda las series. El suplemento dominical de "El País" así lo atestigua, y su página web ha organizado una "Guerra de Series" para averiguar cuál es la mejor serie televisiva de la historia. Muy Rolling todo, pero sin listas estúpidas ni demasiadas cagadas (aunque que no incluyan ni Scrubs ni Boardwalk Empire en la tómbola supone una afrenta digna de ser castigada con la silla eléctrica, o con la visión continuada de todos los partidos de la Eurocopa en su defecto). Resuenan con fuerza los títulos de Los Soprano (de la cual no he podido pasar de la primera temporada), de Juego de Tronos (obvio), de Los Simpson (aún más obvio, aunque adolezca de unos episodios cada vez más cancerígenos), o de Frasier (cuyo doblador siempre me ha encantado). Y, por supuesto, The Wire. La mejor serie de la historia según la crítica especializada. En la presente entrada, aunque haya empezado con el tocino, voy a proceder con velocidad al estudio de si esta serie es para tanto, o qué pasa, porque, tomad aire y no alabéis aún mi ingente conocimiento cultural, la he visto.


   The Wire viene a significar algo así como La Escucha (seguro que todos os lo habéis preguntado alguna vez a lo largo de vuestra existencia), y hace referencia al método que utilizan los policías para intentar pillar a los distintos componentes del crimen organizado de Baltimore. Es un título algo engañoso, puesto que la serie no se centra únicamente en esa clásica batalla entre los buenos y los malos, sino que abarca con decisión y oficio todo el cosmos de la ciudad de Baltimore. Pero todo, ¿eh? No es que sea una maniobra publicitaria. Los astilleros, los periodistas, los políticos, las escuelas, la iglesia, el deporte... A lo largo de sus cinco temporadas construye un universo propio que no nos es, para nada, ajeno, porque en todos y cada uno de esos campos hay corrupción, el mal campa a sus anchas, y unos pocos hombres buenos tratan de hacerle frente. Para tan ambiciosa meta, obviamente, se necesitan muchísimos personajes, desde el alcalde hasta el yonki del barrio. Y es aquí cuando The Wire resulta ser "demasiado" compleja.
   Veamos. Puedo entender que puedas considerar esta serie como el culmen de lo audiovisual en tanto a lo bien ensamblado que está todo este cosmos, pero me va a costar un poco más que sea "lo mejor que hayas visto nunca". The Wire es incomodísima de ver en un principio, como es lógico, cuando ya en el primer capítulo te tienes que aprender el nombre de ochenta personajes. Y todos, para más inri, con su diferente personalidad, status social, y su relevancia particular para la historia. 
   Así las cosas, ¿podríamos designar un protagonista que nos guíe en medio de este caos urbanístico? Pongamos que Jimmy McNulty, interpretado por Dominic West (que creo que salía en 300, no recuerdo si enseñando abdominal o arrimándosela a alguno). Éste es uno de los policías de Baltimore, un tipo buenísimo en su trabajo pero todo un tocapelotas, alcohólico, mujeriego e impulsivo. El típico antihéroe, el mejor guía que Baltimore nos pudiera ofrecer. Pero coge y va y se tira prácticamente toda la cuarta temporada sin asomar la jeta. Y mucha gente, entre la que me incluyo, asevera que esa temporada es la mejor de todas. Igual no nos vale. ¿Podría ser Lester Freamont, interpretado por un actor clavado a Morgan Freeman? Éste es algo así como el típico mentor, el clásico Qui-Gon-Jinn, el policía más inteligente y sabio, cuya presencia a lo largo de la serie es siempre constante. Pero va a ser que no. ¿Omar Little?

"Sí, yo también estoy hasta los huevos de la Eurocopa"

   Si bien nadie se atrevería a definir su protagonismo como absoluto, este Robin Hood moderno es obviamente el alma de The Wire. Lo interpreta Michael K. Williams (quien participa actualmente en Boardwalk Empire) y supone asimismo el personaje más cinematográfico y atractivo. Raza negra, asesino despiadado pero de estricto código de honor, homosexual, elegante en su extraña manera, es el único de todo el elenco que no dice tacos. Omar Little supone el mayor atractivo de la serie, y suyos son los mejores momentos de ésta, tales como el diálogo antológico que se marca con un abogado, la discusión con el detective Bunk Moreland (otro gran personaje), su duelo al más puro estilo de western con el Hermano Mouzone (de lejos, el carácter más increíble y ridículo), su fantamagórico salto por el balcón huyendo de sus enemigos...
   Tratándose de la HBO, es normal que nos encontremos con personajes así de sobresalientes. La cuestión es si la serie es entretenida, si engancha o qué. Hablando por experiencia propia, a mí me costó lo mío llegar a ese punto que dices "Oh, dios, tengo que ver el siguiente capítulo ya mismo", y más o menos hasta la tercera temporada sólo la veía un poco por hacer honor al hecho de estudiar Comunicación Audiovisual. Es justo entre ésta y la siguiente (porque la quinta, aunque sea un broche digno, es bastante floja en su conjunto, para qué nos vamos a engañar), cuando se perfila como merecedora del título de "Mejor Serie de Todos los Tiempos". Simplemente porque adviertes la grandeza del guión (que, eso sí, es una maravilla sin cinismos que valgan), y lo currado y bien hecho que está todo. Porque, qué diantre, The Wire está muy bien dirigida, muy bien actuada y muy bien construida. Es una obra capital en ese sentido, como lo serían El acorazado Potemkin o Lawrence de Arabia, sí, esas películas de las que reconoces automáticamente lo buenas que son (no en el caso de Lawrence de Arabia, que pocas veces he visto truño de similares proporciones), pero que jamás se te ocurriría meter en tu lista de favoritas.


   Es por ello que, puestos a sacar algo malo de ella, además de lo farragosa que es y la pereza que produce durante los primeros capítulos, es que en muchas ocasiones peca de fría, de "demasiado realista". Y quizá sea algo bueno, oye, porque aquí no te vas a encontrar sentimentalismos baratos ni escenas lacrimógenas, ni aunque haya niñitos de por medio (que vaya niños más chungos, por cierto). Aquí te vas a encontrar las cosas como son. A un personaje que se ha tirado vivo cuatro temporadas le matan en la quinta de un tiro en la cabeza, y no pasa nada. No va a sonar una banda sonora eficazmente escogida para la ocasión ni irrumpirá una cámara lenta improvisada. Ha muerto y ya está. Ni siquiera algún otro personaje va a llorar por ello, ni a decir pasados unos días "A Mike le hubiera gustado verte hoy, con ese vestido".
   La serie es consciente de ser así. Su creador, David Simon, dijo bien claro en una ocasión: "Que se joda el espectador medio". No hay concesiones que valgan, no hay historias románticas (ni una), y es mejor que no te encariñes con ningún personaje, porque todos pueden morir en cualquier momento del susodicho disparo en la cabeza (bueno, te permito que ames a Bubbles, el pequeño yonki de buen corazón que las pasa canutas durante los sesenta episodios). Y de este modo, en esta lúcida inquietud, en esta certeza de estar viendo una obra maestra totalmente inaccesible para ti, transcurre The Wire, y se encamina a un final que no es ni feliz ni triste. Es sólo un final. 
   Así que, en resumen, sí que es para tanto. Pero me gusta más Juego de Tronos.

1 comentario:

  1. No sabes las ganas que tengo de ver The Wire. Me la he puesto como asignatura pendiente para el año que viene por dos razones: Profesor Villanueva.

    Y por ti, mi muy toledano amigo. Seguro que pronto harán The Wire: Torrijos, y aparecerás tú danzando alegremente cual Tyrion salvaje.

    Ah! Y muy buen atículo, con una introducción no por populista menos cierta y un desarrollo, aunque basado en el clásico enunpárrafopersonajes,enelsiguienteambientey asísucesivamente, bastante fiel a tu estilo, lo que no todos pueden decir (y me incluyo a mí y a Batman).

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