domingo, 10 de junio de 2012

Porque estas ansias de vivir no caben en un solo post

¿Qué es lo que ha de obligarme a ser en todo momento tan sarcástico, tan desencantado a la par que encantador, y tan dolorosamente objetivo? Pues nada, en realidad, y aunque algo como la pretensión de dedicarme en un futuro al periodismo (sí, ya, pero no antes de sacarme el título oficial de dillei) lo hiciera, no creo que sea algo que, a lo largo del desarrollo de este indómito e irritante blog, haya conseguido nunca. Sucede que con ciertas cosas uno nunca puede ser objetivo, o no le conviene. A mí me pasa con los libros de Harry Potter, las películas de Jim Carrey, los chistes de Karlos Arguiñano, y con Amaral. Sí, este conjunto artístico proveniente de Zaragoza formado por una diosa llamada Eva Amaral (reveladora la carga bíblica del nombre) y por un guitarrista que, esto es simple aritmética, no existe. Y una lástima, porque los gorritos que luce son la envidia off the record de Slash.


   Esforcémonos en hablar fríamente del tema, harto difícil puesto que estuve recientemente en un concierto suyo, en Toledo, y aún siento cierta humedad en las bragas. Eva Amaral y su compañero Juan Aguirre (sí, tiene nombre propio, y mis fuentes aseguran que voz también) llevan ya una larga carrera a sus espaldas, y una carrera por cierto envidiable dentro del siniestro panorama español, donde si sales en Los 40 Principales la crítica especializada te hace automáticamente la cruz, y si sales en Radio 3 ya directamente pareces gilipollas. Esto es, que los seguidores del grupo se cuentan por hectáreas, y el conocimiento de sus letras es asignatura común en los nuevos institutos progres (o eso, al menos, en Teruel). Lleguemos al punto crítico: ¿tanta fama y fidelidad es merecida? Pues qué diantre, claro que sí. Eva Amaral (vamos con las objetividades positivas) tiene la mejor voz que ha parido España en mucho tiempo, que no le hace falta ni micro para ponerle los pelos de punta hasta el más escéptico del público y, qué bien sienta poder decir a continuación, doy fe de ello. Además, como compositores saben hacer unas melodías no por pegadizas y/o pegajosas menos bellas y elaboradas, y Juan es un guitarrista muy competente, complemento perfecto a la voz de Eva. Ambos han ido amasando un repertorio espectacular en estos años, desde las melodías más pijas y tontorronas (¿Qué será? o Salta) hasta himnos épicos que de ser de ascendencia gringa serían coreados por estadios enteros (Revolución, Kamikaze o Hacia lo salvaje).
   Valga a continuación la objetividad negativa, las letras pecan de algo cursis. Siempre lo he dicho, les falta más mala leche, y que sus versos consigan ser auténticamente genuinos, mordedores, sin tanta retórica emoerótica ni tanto "sin ti no soy nada". Y porque aún no he hablado de los videoclips extraídos de su último disco (ése que es tan rockero y tal), porque ahí sí que conseguiría hacer llorar al pobre Juan. ¿Por qué pusieron a chinos chapurreando Hoy es el principio del final, en nombre de Odín? ¿Por qué para Hacia lo salvaje se dejaron la cámara tirada en el campo y tiraron palante? ¿Y por qué me aburre tanto Cuando suba la marea? Menos mal que sí que les quedan canciones absolutamente estremecedoras, como Salir corriendo o Como un martillo en la pared, entre otras. Y menos mal que es el grupo español que mejor suena en directo. Todo, sin disfrazarse ni ponerse tanga fardón, como hacen el legendario Santi Balmes y su caterva de lesbianos. 
   Fue un concierto, no me complicaré la vida en buscar el adjetivo, legendario. Una culminación de todos los años que llevo escuchando a Amaral y reparando soñador en cómo me gustaría tirarme platónicamente a la cantante. Y por fin pude verlos saltar al escenario con gran energía y vigor a la diosa, al guitarrista mudito y los otros tíos que nadie conoce, con el bajo saltarín de Hacia lo salvaje como ideal comienzo, y tocando el último disco enterito como era lógico, tanto por el nombre de la gira como por la obligación de lucir en la pantallaza todos esos dibujitos de animales. Así, Hoy es el principio del final fue apoteósica (o eso me pareció, es mi favorita de éste), Van como locos quedó como nunca gracias al apoyo vocal del público, y Robin Hood, maravilla acústica de todos los tiempos, volvió a denotar que le faltan más minutos para acabar de ser perfecta.


   Quizá porque este álbum que, como dicen por ahí, no tiene estribillos tan poderosos ni eficaces como los trabajos anteriores, lo cierto es que los mejores momentos los cosecharon canciones ya antiguas. Moriría por vos sigue siendo una joya enturbiada únicamente por la mención repetida a Nicolas Cage (espero que llegue el momento en que le acaben por zumbar los oídos), Las puertas del infierno es un hit rockero en toda regla, y No sé qué hacer con mi vida sigue despertando sentimientos encontrados (qué frase más rolling me ha salido). Pero, sin ninguna duda, la cumbre del espectáculo la supuso, hecho sorprendente, En sólo un segundo. Ocho minutos de esta canción oscura y poderosísima que antaño ocupara el último puesto de Estrella de mar y sonara cuando ya uno se había cansado un poco de tanta sucesión de singles y no prestaba demasiada atención. Y eso, acojonante. La voz de Eva sonó como nunca, estremecedora, indescriptible, mientras manipulaba un teclado súper extraño con el que me entretuve durante un ratillo preguntándome por su funcionamiento. Esta actuación valió todos y cada uno de los euros que pagué por la entrada.
   Pero previo al fin, no podría dejar de mencionar Revolución, no tanto por la euforia intrínseca del tema como por la sorpresa que nos dio al introducir en ella un fragmento adaptado al español de Heroes, del inefable David Bowie. Les quedó genial, a falta de otros adjetivos halagadores (creo que los he agotado todos). Nueva prueba de algo que siempre se le ha reconocido a Amaral, las grandísimas influencias que atesora en su imaginario, en cuanto al folk y al Marquee moon ese que tanto dio de qué hablar. 
   En resumidas cuentas, un gran grupo del que tenemos la suerte (nosotros, no ellos) que sea español, y que demuestra casi por automatismo lo enriquecedora que sigue siendo la experiencia de un buen concierto en directo, con unos buenos músicos y una voz inconmensurable. Y sé lo que me digo; tres días antes estuve en un concierto de Los 40 Principales. Gratis, no os preocupéis. De hecho, escribí sobre el tema, en este otro blog que os recomiendo y del que hago descarada publicidad un poco porque me sale de los cojones: http://palabrejasdeabejas.blogspot.com.es/ 

1 comentario:

  1. Voy a ser abogado del Diablo (Al Pacino vs. Brácula de Condemor) y decir que Amaral tiene una voz que yo me follaba (la voz, claro está,...y si se presta, pues Juan Aguirre también) pero que comparte la pole position con Rebeca Jiménez, que esa más que tirar hacia lo salvaje, es que es una animala. Ole sus coños ahí!

    Yo también querría haber ido al concierto porque, aunque no conozco más que las famosas y alguna que otra visión efímera de un vídeo facebookero, me encanta esa sensación de estar conociendo un grupo en pleno directo, como me ocurrió con Los Delinqüentes (hihihihihi, salen en tu blog).

    Por lo demás decir que Santi Balmes, no creyente en la religión cristiana, sí que tiene un Dios y así se ha encargado de publicarlo a los 5 vientos: David Bowie. Por alg será...

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