viernes, 20 de abril de 2012

La elegancia de lo nauseabundo


Vaya mojón No habrá paz para los malvados, señores. Digamos que, de todos los Goya que se llevó, no sé si como un centenar o por ahí, sólo se mereció el de Coronado, y dio un poco igual, porque el amiguete lo más seguro lo utiliza en este mismo momento como pisapapeles mientras se come un yogur (sí, lo siento, no lo he podido evitar). Qué historia más hueca, más anodina, y qué aburrimiento, madre de dios. Así las cosas, el desafortunado espectador que cometa la imprudencia de querer sentirse español no puede hacer más que contar los cubatas que se toma el protagonista a lo largo de la película, para quizá distraerse un poco y no mirar el reloj continuamente.
    Establecida la condición de la película como una boñiga excelsa, podría yo acabar aquí el artículo, y acto seguido volver a dar la lata por las redes sociales para insistir en que leáis mis mierdas. Pero, en su lugar, voy a hablar de El ciempiés humano, porque hace tiempo que dije que lo haría, y porque no tengo nada mejor que hacer (y por lo visto mis hipotéticos lectores tampoco, guiño guiño).
   Para los insensatos que no conozcan aún esta pequeña joya del cine de terror, va de un científico loco que quiere crear, pues eso, un ciempiés humano, uniendo a tres personas quirúrgicamente a través de sus anos y sus bocas, de manera que, cuando al primer componente del ciempiés siente la llamada de la naturaleza, deposita los resultados en la boca del segundo componente, y éste a su vez hace lo propio con el tercero (que vendría a ingerir, si no yerro en mis cálculos, la caca de la caca). Y sí, sé que normalmente paso de escribir sinopsis para estos artículos, pero no os atreveréis a negarme que ésta es una de las mejores de la historia. 
   De hecho, gracias a la fuerza de su historia esta obra está poco a poco consiguiendo el rango de película de culto, porque da un morbo que te cagas (jijijiji, y me podría tirar así todo el día), y cada vez tiene más seguidores que se dejan seducir por su magia.
   Pero, quieto, que al final no es para tanto. Oyes hablar del maravilloso argumento, que pareciera salido de la mente de un Kafka trasnochado, pones la imaginación a trabajar (enfermiza en distintos grados para cada uno), y te imaginas que va a ser el despiporre del asco y del horror, con vómitos, sangre, amputaciones...y casi nada. Una cagada que no se ve, pero se siente, y poco más. El milenarista Shit, I have to shit, que acabará pasando al imaginario popular y si no, al tiempo. 
   Lo que queda al final es una película incómoda de ver, pero poseedora de cierto atractivo en lo formal e, incluso, en materia de guión (y no, esta vez sí que no estoy de coña). Poniéndome trascendental, asevero que esta película debería suponer un claro ejemplo de cómo desarrollar una idea (una idea cojonuda) de la manera más elegante y contenida posible, sabiéndose siempre adónde se quiere llegar, llevando un ritmo sobresaliente e impactando cuando ha de hacerlo.
   Tampoco nos vayamos a engañar; no creo que la película tenga papeleta alguna para pasar a la historia del cine de terror (por llamarlo así). El inicio, verbigracia, es tipiquísimo, clásico, el espectador curtido, o no, ya preguntándose si esas tías son tontas del ojete, que cómo se meten en casa de un tío con esa cara. Luego un par de escenas sobresalientes (las mejores de la película: cuando el cirujano les explica a sus prisioneros lo que les va a hacer, con una angustia muy bien transmitida, y cuando acto seguido una de las chicas escapa y su captor la persigue por la casa, un momento impecablemente dirigido), la operación en la que sale el cirujano cortando culos con un bisturí (¿a qué esperáis para verla?), el ciempiés... y un final muy bien pensado, que no podría haber acabado peor, o mejor, según se mire.
   En resumen, la película es para verla y pasar el rato, no diré fascinado pero sí entretenido (que eso hay que admitirlo, entretiene cosa fina). Y nada más. Ni lo más asqueroso ni terrorífico de la historia. Tan sólo cine de palomitas (aunque suene algo desafortunada la figura en cuanto a que pocas ganas te entran de comer durante su visionado, realmente). Cine para ver, echarse unas risas, olvidar con alegría, y luego ir al baño sin remordimiento. 
   Y hay una segunda parte, y una tercera en camino. Con un crecimiento exponencial del número de componentes del ciempiés. ¿No es genial?
   PS: Caca.

1 comentario:

  1. JAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJA Y más JA´! Realmente no sé qué infortunio del destino me ha llevado a realizar un "click" en tu blog, pero he de admitir que de los dos textos que he leído los dos me han entretenido deformando mi cara con alguna que otra carcajada. No quiero extenderme así que resumiré este comentario en 2 apartados muy importantes para ambos:

    1.- Me gusta tu expresión y...
    2.- Dónde está mi tenedor.

    P.D.:Culo

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