jueves, 8 de marzo de 2012

Una gran película comercial



Bueno, por si a alguien a estas alturas le importa, a continuación voy a hablar de The Artist, esa pequeña película que se ha llevado los principales Oscars este año (ganando sobre una cartelera, hay que decirlo desde ya, bastante sosilla) y aquélla de la que probablemente nadie se acuerde en tiempos venideros. Por mucho aroma de clásico que tenga. Se siente.
   Antes de verla, quizá estuviera predispuesto a dejarla en mal lugar; era tan predecible que ganara, se le había dado tanto bombo, y se la había calificado tantas veces de "encantadora" e "inolvidable", que quizá le tuviera ganas. Además, siempre queda como muy guay poner a parir las películas que se hayan llevado más premios (Titanic, El Señor de los Anillos, Slumdog Millionaire... siendo todas, por mucha rabia que nos dé, auténticas obras maestras), y yo no iba a ser menos. Hasta estaba dispuesto a defender El árbol de la vida frente al filme de Michel Hazanavicius (y sí, he tenido que echarle un fugaz vistazo a FilmAffinity para poder transcribir el nombre correctamente).
   Pero no va a ser así. The Artist, he descubierto, es una buena película, me atrevería a decir que muy buena incluso. Es bastante mejor que Midnight in Paris y Los descendientes, y anda a un nivel parejo con Moneyball (aunque ésta tenga un guión, para qué nos vamos a engañar, bastante más elaborado). El árbol de la vida... pues mirad, no me voy a meter en el berenjenal de intentar compararla con The Artist, porque no sé cómo rayos hacerlo, para empezar (si al menos alcanzara a comprender algún día de qué carajo trataba la última película, y perdóneseme por usar un sustantivo tan vulgar, de Terrence Malick...).
   Se puede entender, pues, que ganara el filme que nos ocupa. Hasta se puede llegar a aplaudir la decisión de la Academia (claro que eso no lo haremos nunca). The Artist es una película, yo también lo voy a decir, encantadora. Es que es así. Es tan sencilla, tan bonita, y el perrito es tan mono... La hora y media, quizá un poco exagerada para lo que se cuenta, la pasa cualquier espectador, y me refiero estrictamente a cualquiera (incluyendo a quien no haya visto en su vida más película muda que la de Michel Haza... me niego a escribir el nombre otra vez) como extasiado, con una perpetua sonrisa en el rostro, y con alguna lágrima esquiva en ciertos momentos puntuales. 
   Recuerda muchísimo a Cantando bajo la lluvia, aquella maravillosa película que Woody Allen siempre ve cuando necesita animarse, y no sólo por el argumento (o más bien excusa argumental, que es más simple que el mecanismo de un chupete) o la excelente música, sino por la inocente y genuina alegría que transmite todo el metraje (hasta en los momentos dramáticos lo hace), y la ternura que desprenden, por ejemplo, el ya mencionado perrito o el chófer del protagonista, interpretado por James Cromwell en una actuación extremadamente conmovedora, que tiene como clímax el momento en el que es despedido... ¿Spoiler? Bah, tampoco es para tanto.
   Es una película para toda la familia, pero que además, por si fuera poco, tiene sus buenos momentos gafapastiles. En esto destacaría los chistes metalingüísticos (he leído en algún lado que se llaman así), referentes a su concepción de rareza en el actual panorama cinematográfico, con lo de que es muda y eso. Algunos son realmente ingeniosos y divertidos, como el de cerca del final con la pistola y el coche de por medio, o, sobre todo, el que sin duda es el mejor de la película: la secuencia onírica en la que nos dejamos de encontrar, durante un par de minutos, dentro de una película "muda". Destaco cuando cae la hoja al suelo. Sublime.
   Así que eso, la experiencia ha sido medianamente agradable. No creo que vaya a persistir en mi memoria por mucho tiempo, pero sí puedo recomendar The Artist sin empacho a todo el mundo. Todos la van a disfrutar por igual, desde los que sientan alergia hacia el B/N o el silencio hasta aquéllos que se corran encima viendo El árbol de la vida o grabando bolsas del Mercadona mecidas por el viento. Lo dicho, todos los públicos.

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