martes, 20 de marzo de 2012

El mayor WTF del cine español


Picado por un profesor de la universidad (un profesor legendario, dicho sea de paso) que nos reprochaba a los periodistas y a los audiovisuales nuestra poca cultura cinéfila, que sólo vemos películas americanas y torrentes, que no tenemos ni puta idea de nada y que somos unos golfillos, acabé echándole un vistazo a La piel que habito, lo último de Almodóvar, ese hombre que me cae bastante mal y que, de momento, va a seguir mereciendo esa consideración por mi parte. Y no porque la película en cuestión me haya aburrido u horrorizado, más quisiera.
   De hecho, lo he flipado en colores. Mis anteriores contactos con la obra del director manchego de ego descomunal, que tampoco fueron muchos y no me arrepiento, fueron bastante decepcionantes, reduciéndose a una noche aburridísima intentando seguir el hilo de Volver. No disertaré más, pues, sobre la filmografía de Almodóvar pues es más bien una completa desconocida para mí hasta este momento, y me pondré con La piel que habito.
   Bueno, pues es una película que comienza dando muy mal rollo y con la que, sin embargo, acabas por partirte el culo. Al menos por mi parte. De hecho me ha resultado absolutamente imposible tomármela en serio,  y no sé muy bien por qué; quizá por algunas interpretaciones simplemente patéticas, unos diálogos extrañísimos, o una historia, sí, seguramente sea por eso, que no hay por dónde cogerla. Es que no. El guión se obstina en acumular tantos giros narrativos que uno acaba pensando algo así como "Venga, a ver qué se les ocurre ahora". Esto, sin embargo, tiene su lado positivo, y viene a ser que la película no aburre en ningún instante. Es tan deliciosamente absurda y las sueltan tan gordas que ni siquiera te da tiempo a mirar el reloj.
   Yo no sé qué pretendía Almodóvar firmando esta cosa. No sé si quiso hacer una comedia negra, una película de terror, un thriller psicológico, un drama generacional, una telenovela venezolana... Hay de todo, y de todo puede sacar cada uno lo que más gracia le haga. Yo me quedo con todo lo relativo a la telenovela venezolana y al tigriño (ingentes e indescriptibles las carcajadas que me causó este personajazo, con su oscuro pasado, su tatuaje en el culo, y toda la pesca). 
   Aunque quizás lo más gracioso de todo sea que la película esté cojonudamente bien hecha; todos los aspectos técnicos son impecables y Almodóvar, por muy antipático que me resulte, sabe dónde colocar la cámara. La música, de Alberto Iglesias, es genial, aunque se emplee para enmarcar una ridiculez tras otra ("dame un cigarrillo", ay, ay, ay, violines frenéticos sonando). La película, además, tiene una atmósfera excepcional, tenebrosa a más no poder (lo dicho, al principio, antes de que empiece a cundir la anarquía, da muy mal rollo), y se logran unas imágenes de indudable poder estético, como en la escena de la aspiradora o en todas las correrías del "experimento" por la mansión (que no parece española, por cierto).
   Pero, sin duda, lo mejor de la película lo constituye la pareja cinematográfica de Antonio Banderas y Elena Anaya. Él consigue dotar a su personaje de un carisma arrollador, casi consiguiendo provocar algún escalofrío aislado, y ella... pues creo que con un personaje tan complejo difícilmente podría haberlo hecho mejor. La Anaya, aparte de estar buenísima, ha resultado ser una actriz como la copa de un pino, y salir del paso con un buen hacer envidiable. Una lástima que este oficio se subordine a unos diálogos tan rocambolescos y a un guión tan pasado de rosca. Ah, y el otro joven que sale, el que ganó el Goya a Mejor Actor Revelación, también está impecable. Marisa Paredes y el tigriño pues... si pretendían realizar una interpretación seria, misión fallida (sobre todo el tigriño, diantre, es que merece el esfuerzo ver la película sólo para descojonarse de él).
   En resumidas cuentas, nos queda una película divertidísima, de ésas para comentar y echarte unas risas con los amigotes, tipo El ciempiés humano (algún día hablaré de esa joya incomprendida del cine de terror). Y eso supone algo genial, porque... ¡habréis visto una película del gran Pedro Almodóvar! ¿A qué esperáis para sentiros orgullosos de vuestro país?
   Por cierto, Torrente 4 le da mil vueltas. Y si es en 3D, más aún. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario