miércoles, 16 de julio de 2014

Anatomía de Grey

Sí, acabo de ver Open Windows, y no, no ha sido porque la cartelera de la temporada estival parezca peligrosamente escasa de movidas interesantes (quitando El Amanecer del Planeta de los Simios, la cual hace poco descubrí que quiero ver con furibunda desesperación y que, a menos que en lo que queda de mes folle, pronto será convenientemente criticada en este mi humilde rincón bloggero). He visto Open Windows porque me veía en la obligación de hacerlo. Y no sólo verla, también tenía que pagar por ello. Hasta habría ido un día en que no fuera miércoles para así darle más dinero a su insigne director, pero no pudo ser. Porque Nacho Vigalondo se lo merece, y con lo que le cuesta sacar adelante sus películas no está mal eso de inyectarle un poco de liquidez en la cuenta de vez en cuando.


   El señor Vigalondo, más allá de haber sido nominado a un Oscar por esa pequeña e inoscarizable genialidad llamada 7:35 (sí, le estoy recomendando un cortometraje a la peña, está claro que este mes va a ser mi mes), ha ido levantando en los últimos años, con titánico esfuerzo, una filmografía tan ecléctica como inclasificable, y que a mí, personalmente, me parece estupenda. Se rumorea que Los cronocrímenes tendrá remake norteamericano, y yo encantado, a ver si así se anima después a verla alguien más y descubre la sencilla perfección de su guión (la peli en sí no es perfecta, porque deviene cutre con ganas y Karra Elejalde se pasa todo el metraje con cara de no tener ni puta idea de dónde se ha metido, pero el libreto que lo estructura todo sí lo es). Por otro lado tenemos Extraterrestre, otra joya infravalorada y diametralmente opuesta a la opera prima del cántabro, que pasa de la ciencia ficción cutre de ésta a la ciencia ficción directamente falsa, como fachada para la historia que a Woody Allen le hubiera encantado firmar (ahora, quiero decir, cuando su jubilación se predice y ansía tras el visionado de cada nuevo descalabro).
   Y, finalmente, tenemos Open Windows, que se articula como una nueva muestra del interés de Vigalondo por resultar impredecible y no dejar de sorprender a su público (es decir, a esos quince perroflautas que le vieron cuando tocó con Joe Crepúsculo). Así, tras rodearse de la flor y la nata del humor chanante, coge el tío y nos planta un thriller informático rodado en inglés protagonizado por Elijah Wood y, atención, la ex-actriz porno Sasha Grey. Si eso no es tenerlos cuadrados que vengan las autoridades y lo vean, y así además descubran a qué tipo de macabro chantaje sometió al joven Elijah (que no, aún no ha cumplido años desde que hizo de Frodo) para que se acabara viendo envuelto en este berenjenal. Yo no lo sé, pero esto me hace admirarle aún más.

Imagen promocional de "El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos"

   Vaya por delante que Open Windows es la peor película de Vigalondo, y con bastante diferencia, es imposible no valorarla y empatizar con los esfuerzos del director, que se ha comido un marrón bastante importante decidiéndose a hacerla. Muchos alaban la originalidad del planteamiento, en cuanto a que casi toda la película se desarrolle a través de la pantalla de un portátil y derivados, pero yo ahí tengo que pedirles que por favor no se coman las pollas todavía; lo que ha hecho Vigalondo no es nuevo, pues hay una pequeña película francesa llamada Tomás está enamorado (que fijo que el cineasta ha visto porque... bueno, es un friki de cojones), que se desarrolla de igual manera, aunque, eso sí, con resultados ciertamente más soporíferos. La peli de Vigalondo, como digo, es bastante poco original, aglutinando su enfermiza trama un caótico batiburrillo de referentes tales como Black Mirror, La ventana indiscreta, Con la muerte en los talones o Última llamada (ésta tenía que ponerla sí o sí, porque ya es hora de que se reconozca lo jodidamente buena que es), y el mérito, por tanto, se reduce a lo meramente técnico. La realización de la película es colosal, transmutada en un surrealista tour de force en el que, también, es fácil apreciar la encomiable labor de montaje que hay detrás de todo. Algunos ya comparaban la posproducción de Open Windows con las obras de la Sagrada Familia, y es de rigor decir que la espera ha merecido la pena.
   Ahora bien, todo lo que ha mejorado Vigalondo como director y técnico lo ha perdido como guionista, plantándonos una historia de ésas que sólo nacen con un objetivo: marear al espectador. La trama de Open Windows es tan morosa y, llegado un momento, tan difícil de seguir y asimilar, que llegado el momento casi prefieres tomártelo como un hipervitaminado sketch de Muchachada Nui (hasta sale Carlos Areces y, por cierto, al hilo de esto, NO VEÁIS OPEN WINDOWS DOBLADA) donde nada tiene sentido. Vigalondo se empeña en imprimirle tantos giros a la narración que al final, en lugar de conseguir que acabes paranoico perdido, te da un poco igual todo, culminando con unos diez últimos minutos que, hablando simple y llanamente, son una puta mierda. En Open Windows no hay mensaje alguno, encima, no cuenta nada, ni siquiera denuncia nada (cuando parece que sí lo hace, y que todo ha concluido de manera más o menos chula, resulta que aún queda bastante de película). Ni siquiera el humor que a Vigalondo le sale tan natural funciona demasiado bien, limitado a un par de réplicas badass que, dado lo raruno que es todo, se quedan en nada. Ni chistes del Holocausto hay, siquiera.

Nacho Vigalondo cagándose en el Windows Movie Maker

  Las interpretaciones de Elijah Wood y Sasha Grey tampoco es que puedan hacer mucho por insuflarle dignidad a un contenido muy bien envuelto pero dolorosamente insustancial, ya que lo tramposo del guión no les permite en absoluto desarrollar a sus personajes. Por haceros una idea, sólo Sasha Grey tiene un momento en el que le es posible lucirse dramáticamente hablando, y es el mismo en el que enseña las bufas (sí, enseña las bufas, ¿spoiler?, así la veis pese a todo y le hacéis las cosas más fáciles a mi amigo Nacho). 
   En resumidas cuentas, Open Windows es una estimable pero vacía propuesta, en la que un calamitoso guión fagocita todos los logros técnicos que podrían haber llevado a Vigalondo a aumentar su caché y a darse a conocer un poquito más al gran público. Que, supongo, es lo que quiere, y aunque eso de ir perpetuamente de dire indipollas mole, se le nota que está cansado de limitarse al ostracismo (y es que además está envejeciendo súper mal el pobre). ¿Por qué creéis que cogió a Elijah Wood y Sasha Grey para los papeles protagónicos? ¿Porque actuaban bien? Anda ya.

Sasha Grey está a punto de mostrarnos su gran talento interpretativo

   Eso sí, aunque Open Windows sea un poco mierder os animo a todos a que os pongáis con Los cronocrímenes, Extraterrestre, 7:35 y algún que otro cortometraje, para ver si a la próxima que vaya a ver hay alguien más en la sala aparte de mí y la camiseta de Nacho Vigalondo que diseñé para la ocasión. Y si esto no es suficiente, os pongo por aquí la letra de una canción que este mismo señor escribió hace algunos años, y que es una pasada. Si no la habéis escuchado, ponedle la música que queráis al leerla ya que, total, la original es horrible.

Trabajo en el gremio de la prostitución
Yo vivo de la calle, del sexo vivo yo
Me huele el pito a canela, me huele el pito a canela
Inexplicable es eso
Por más que me lo lave no se le va el olor a mi sexo
De ricos y hambrientos, la máxima atracción
Cuando pagan mis servicios, se confirma el rumor
Me huele el pito a canela, me huele el pito a canela
Pasen, pasen y vean, 
Niños y niñas y papás y mamás,
Me huele el pito a canela
No se puede pedir más
Me huele el pito a canela, me huele el pito a canela
Me huele el pito a canela, te huele la cosita a vainilla
Vamos a aquel bosque, a bebernos esas ricas natillas
Me huele el pito a canela, me huele el pito a canela

No hay comentarios:

Publicar un comentario