jueves, 20 de junio de 2013

En la peli aparece un chichi, pero en esta crítica no

El hecho es que a todos nos mola Danny Boyle. Incluso a los que no han visto nada suyo, o a los que la única peli suya que hayan visto sea La playa. Porque sí, La playa es una gran mierda intelectualoide, vacía y en la que hasta Leonardo DiCaprio parece actuar mal, pero, ¿y lo bien hecha que está? ¿Los ángulos de cámara imposibles, el suspense, el uso del espacio, el montaje intempestivo? ¿Alguien se puede quejar de eso? ¿Alguien que no sea Michael Haneke?
   Además, qué carajo, Danny Boyle es el director de Trainspotting, posiblemente una de las obras capitales de la Historia del Cine en toda su amplitud, y no me drogo ni nada, jejej, ¿lo pilláis?, porque va de heroinómay eso ya le absuelve casi instantáneamente de cualquier basura que, antes o después, se atreva a presentar. Es el caso paradigmático de La playa. Luego está Slumdog Millionaire, que sí, tiene de 8 Oscars, al menos, 7 más de los que merece, pero que es una gozada, y esa pequeña maravilla que hace un par de años le pasó desapercibida a todo quisqui, y que llevaba por título 127 horas

Ooooh, Danny Boy, Danny Boy, Danny Boooooy... (8)

   En fin, el caso es que cuando me enteré de que el flamante director de la ceremonia de los Juegos Olímpicos (de la que sólo recuerdo a Rowan Atkinson y a Muse haciendo sus cosicas raras) presentaría en breve un thriller psicológico (a raíz del cual pensé, como gran parte de la población mundial, en Origen), se me hizo poco menos que la boca agua. Y el trailer contribuyó aún más a esta excitación de la que os hablo, aun cuando pareciera decir demasiado del argumento de la misma (en serio, a ver si se relajan un poco montando los trailers estos, que llega un punto en que la peli ya te la sabes antes de ir a verla, como me pasó con Skyfall). Pero bueno, aún así, me veía en la obligación de ver Trance, y de volver a flipar con el amiguete Boyle.
   Y joder si flipé. Para empezar, tenemos la secuencia de un robo impecablemente rodada, con reminiscencias a Nolan (sí, a falta de echarle un ojo a la nueva de Supermán, tenemos a Nolan hasta en la sopa), con la voz en off de un James McAvoy, como suele, impecable. También aparece Vincent Cassel haciendo lo que mejor sabe hacer, poner cara de bulldog aturdido (y qué bulldog tan grandioso y profesional), y la música atronadora y épica a la que Boyle nos tiene acostumbrados. Todo esto en los primeros diez minutos, más o menos, de película. Si tras esto no os confesáis enganchadísimos es que estáis muertos por dentro. 

Podría haber puesto otra foto de James McAvoy. Cierto

   Tras esta secuencia se desarrolla la trama principal, introduciéndose el personaje de Rosario Dawson (a ella sí que le introduciría yo cosas... ya, bueno, es que hablando de esta chica pierdo del todo mi elegante elocuencia), y sacando Danny Boyle la artillería pesada, en forma de secuencias oníricas o lo que sea que no podrían estar mejor resueltas y narradas (el primer giro de guión al respecto es un prodigio de montaje y dosificación de la emoción). A partir de aquí, como digo, es un no parar, el espectador sacudido por un guión que, si bien no es el mejor del mundo (de hecho adolece de un par de agujeros inexcusables y estúpidos), sí resulta idóneo para estar continuamente sorprendiendo al espectador. Leí por allí que Trance acumula tantos giros que la trama acaba por parecer insustancial, y bueno... qué queréis que os diga. Se trata de encontrar un puto cuadro. 
   A lo que voy es que Trance es diversión pura. Un thriller que continuamente te mantiene en tensión, que juega con exquisito gusto las bazas de la ambigüedad de todos y cada uno de los personajes, de la música efectista y de, en especial, la anatomía de Rosario Dawson. También los actores están todos estupendos, destacando a Rosario Dawson no sólo por lo obvio, sino también porque otorgarle credibilidad a un personaje como el suyo acaba resultando mucho más que un acto de fe. El trío protagonista, en resumen, no podría ser más eficaz, y en cuanto nos salimos de éste el guión se revela como el queso gruyére improvisado que indudablemente es en esencia (con esto me refiero al papel del secuaz negro de Vincent Cassel, una ida de olla totalmente innecesaria). 

Al bueno de Vincent tampoco le va mucho esto del Arte Moderno
   En referencia al desenlace, acaso lo más importante en este tipo de films, ¿es satisfactorio? Pues depende de los gustos. No se sacan nada de la manga (de hecho me sorprenden todas las encendidas críticas que ha recibido el guión por "tramposo"), es un buen final, se entiende bien... pero yo hubiera deseado que me sorprendiera más. Osea, en una película que cada cuarto de hora tiene un giro vertiginoso, qué menos que esperarse que en el último minuto haya otro más que, cisca, te lo vuelva todo del revés. Y de eso no hay. Llegado un momento, la acción toma un rumbo y no se aparta de él. ¿Y es esto malo? No. En todo caso... insatisfactorio.
   Pese a este hándicap que sólo viene a cuento de ponerse un poco tiquismiquis, Trance es una muy buena película. No es la nueva Origen (por favor) y ni tan siquiera será más digna de recordar que cualquier otra película de Danny Boyle que no sea Trainspotting o Slumdog Millionaire (por mucho que en mi opinión supere a esta última en cuanto a expectativas y resultados), pero es una peli que te distrae y te lo hace pasar endiabladamente bien, sin más preocupación en la sesera que descubrir dónde está el cuadro de marras. Yo, personalmente, tampoco le pido más al cine. 

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